En esta época del año en el valle del río Palancia en Bejís se unen dos cosas que lo hacen doblemente bonito: Un paisaje otoñal de ensueño y un fascinante desfiladero teñido de colores que abre camino hacia el Nacimiento del Río Palancia. Así que no sorprende que el Centro Excursionista Alto Palancia y la concejalía de juventud del ayuntamiento de Segorbe hayan organizado una excursión que el domingo 17 de noviembre lleva a este mágico lugar.
Un lugar que hechiza a cualquiera con la naturaleza exuberante en el tramo del río a su paso por Los Cloticos y el Barranco del Cascajar, con las altas paredes que estrechan el camino hasta que la Rambla Seca envuelve al visitante en un mundo creado a lo largo de cientos y cientos de años. Impresionantes formaciones rocosas cambian con estampas de una vegetación que desafía a esta árida garganta llena de fósiles, bichos escondiéndose detrás de las rocas y pequeñas plantas trepadoras en busca del sol. Un lugar especial, inolvidable e inspirador. Quién no se imaginará unos gnomos andando por ahí…, unos seres mágicos viviendo entre las rocas y observando al visitante…
Pero antes de perderse en este mundo maravilloso habrá que apuntarse a la caminata: Hay tiempo hasta el 15 de noviembre llamando a uno de estos dos teléfonos: 964 132 020 (ext. 2075) ó 662 650 271.
La excursión saldrá a las 8.00 horas desde la fuente de la avenida Constitución, el regreso está previsto sobre las 14.00 horas. Eso sí, sin haberse olvidado del equipamiento básico del buen caminante: mochila pequeña, botella de agua, almuerzo, botas o zapatillas de montaña, ropa de abrigo y chubasquero.
Vista desde la Cruceta al pueblo. Aquí acamparon las tropas del rey.
Si hubiera sido en estos tiempos, quizás habría optado por alojarse en la cercana Sharíqua. Una habitación acogedora (probablemente doble, pero este picante detalle lo contaremos en otro momento), un baño refrescante, relax en la terraza, una copita de vino, estirando las piernas cansadas y todo ello sin quitarle ojo al pueblo, tramando el plan perfecto para conquistar Jérica. Pero en aquel entonces por el año 1.234 al rey Jaime I y a sus tropas no les quedó otra que acampar a la intemperie en una pequeña colina frente al pueblo después de haber sido echado bruscamente de su primer campamento en la vega del río Palancia por los entonces moradores mandamáses de Jérica. El monarca, refugiado finalmente en una colina conocida hoy como la Cruceta, se habrá dado cuenta rápidamente de que en su camino hacia Valencia este pueblecito le iba a causar problemas… El historiador Gaspar Juan Escolano (1560-1611) más tarde lo describió así:
“Cuando su glorioso exercito… no tuvo en todo el viaje encuentro estropieço alguno, hasta ponerse delante del castillo de Xerica, en el año mil doscientos treynta y quatro, día de santa Cruz de Mayo. Aunque queriendo alojar en su vega, salieron a estorvarleselo de la villa setecientos o ochocientos Moros que escaramuzaron tan valerosamente, que a botes de lanças y saetazos los echaron della.
Vistos los cuernos al toro, huvo que buscar el Rey otro sitio mas seguro para su campo, y assentole en frente del castillo, en un montezillo un poco desviado, a quien llamaron la Cruceta, por un padron de calicanto, que pusieron allí con una cruz de hierro encima, por memoria del día de la Cruz, en que havia llegado el exercito…”
Aunque el objeto del deseo, o sea el Castillo de Jérica, le había sido prometido a Jaime I por el propio Albuceit, rey almohade destronado y exiliado de Valencia, para llegar a ello hubo que superar un gran obstáculo que Escolano describe así: “…para poder entrar los de Xerica en ella, no tenían mas que una angosta entrada, que diez soldados la podían guardar.”
Vistas desde el pino piñonero a Sharíqua.
Cabe esperar que el monarca conquistador durante la elaboración de sus planes de batalla, aparte de la bonita y apetecible vista del pueblo (donde no sólo le esperaba un castillo, sino otro objeto, mejor dicho sujeto del deseo… del cual hablaremos en dicho otro momento) habrá disfrutado al menos de la sombra de árboles tan imponentes como el pino piñonero monumental que hoy se eleva en la Cruceta. Porque al rey le costó lo suyo pensarse la campaña ideal: Nada más ni nada menos que nueve meses más tarde, un embarazo en toda regla, Jaime I y sus tropas capitaneadas por Guillem de Montgrí finalmente lograron conquistar Jérica a los árabes. Fue el 5 de febrero de 1235, hoy día festivo en honor a la patrona del pueblo, Santa Águeda.
Vistas desde Sharíqua a la Cruceta con su pino piñonero y el pueblo al fondo.
Unos 800 años más tarde hay otros que emprenden el camino desde la cruceta hasta el pueblo. Las diferencias son notables: Ellos hoy no necesitan más estrategia que una breve descripción del camino por Arenachos para llegar a Jérica. Ahí les suelen esperar con los brazos abiertos y pueden disfrutar del encanto del pueblo, de su gastronomía, de sus fiestas. Es una de las formas más pacíficas de conquistar un pueblo para uno mismo: viajando. Como lo hacen los huéspedes de Sharíqua.
Para su primera caminata con agradables temperaturas otoñales, el Club Excursionista Alto Palancia para este viernes, 1 de noviembre, ha elegido todo un clásico: La Bojera en Montanejos. Es una caminata igual de popular que preciosa que lleva por las paredes abruptas del barranco de Maimoma, ofrece vistas hasta la lejana Peñagolosa y adentra al caminante en un paisaje caracterizado por bosques de pinos, arbustos como pistacheros y madroños, por arces y carrascas.
Como colofón una visita a la imponente Cueva Negra y, para los más valientes, un refrescante chapuzón en aguas de 24 grados en los Baños de la Reina.
La salida para la excursión será a las 8.00 horas en Segorbe, a las 8.30 en Caudiel. Para más información dirigirse al teléfono de contacto 630 362 018 o email info.ceap@gmail.com.
Aparte de un buen calzado y el imprescindible almuerzo, el club anima a llevar lo siguiente:
“Propuestas añadidas son: – Llevar las acuarelas para dibujar los paisajes. – Llevar las guías de árboles y arbustos para aprenderse de una vez las plantas principales de nuestra tierra. Con o sin prueba de evaluación final. Lo que no hay que traer es la bolsa con las prisas.”
Agotada la primera tanda de robellones, llanegas negras, setas de chopo y de cardo, paraguas, rebozuelos… y ante la persistente falta de lluvia habrá que pensar en alternativas. Si no se animan a caer algunas gotas del cielo en estos días, la temporada de setas no será de las inolvidables. Al menos, en tierras del Alto Palancia ya que por suerte en otras partes de España las nubes han sido más generosas.
Esta suerte también llega a los restaurantes que estos días celebran sus jornadas dedicadas a ese manjar tan sabroso y peculiar. A pocos kilómetros de Jérica, en Segorbe, desde el 1 de noviembre al 1 de diciembre doce restaurantes ofrecen la “VII Muestra de Gastronomía de las Setas”. No mucho más lejos, en Montanejos-Cirat, disfrutan aún hasta el 24 de noviembre de las “7ª Jornadas Gastronómicas Setas y Caza”.
Nos esperan platos como “Escabeche de caballa y senderuelas”, “Robellones con huevos fritos, piñones y trufa” o “Carrilleras con salsa de ceps y trompetillas”. ¿Es o no es, una alternativa seductora?
Y si por fin empieza a llover, nos esperan los paraísos “seteros” de El Toro, la Sierra de Espadán, Pina del Montalgrao…
Para más info sobre las jornadas gastronómicas pinchad aquí: Montanejos y Segorbe.
Son 31.180 hectáreas de paraíso para los amantes de paisajes espectaculares, para senderistas, botánicos, biólogos, geólogos y apasionados de la fauna silvestre. Y, desde luego, para fotógrafos que con la Sierra de Espadán, declarado Parque Natural desde 1998, encuentran un lugar con miles de motivos, un terreno que ofrece un sinfín de tomas panorámicas, pero también anima a fijarse en preciosos detalles que suelen escapar a la vista y sorprenden al ser eternizados con el tercer ojo, el objetivo de la cámara.
No es de extrañar que la imagen de presentación del “Curso de Fotografía de Paisaje – Sierra de Espadán” sea el Barranco de la Mosquera. Es uno de los iconos de esta sierra y uno de los barrancos más característicos, incluyendo los restos de la casa donde antaño se trabajaba el corcho que aún hoy en día se saca cada diez años de los alcornoques. Es un paisaje estrella para iniciarse en la fotografía durante el curso que tendrá lugar los días 8 y 9 de noviembre con base en el Centro de Interpretación del Parque en Eslida (Info: Tel. 964 629 112).
En la práctica a los fotógrafos les espera un parque natural que llega desde el nivel del mar hasta los picos más altos como la Rápita con sus 1.106 metros. Habrá profundos barrancos con una densa vegetación y formaciones geológicas caracterizadas por “Buntsandstein” y “Muschelkalk”, minerales como cobre, cobalto, cinabrio y brillantes cristales de yeso en llamativos colores entre rojizo, amarillento o morado. Cimas que ofrecen impresionantes vistas a valles y hasta el mediterráneo. Y, con algo de suerte, animales tímidos permitiendo un “clic” a toda velocidad. Imágenes de alcornoques centenarios o flores y arbustos endémicos hacen apretar el disparador una y otra vez. Seguro que quien se inicie en la fotografía en este lugar, no la dejará nunca.
Que mejor forma de perderse por los montes que en búsqueda de un pueblo perdido. Ese fue nuestro propósito el otro día, una bonita caminata por los bosques de Alcudia del Veo y un interesante encuentro con Jinquer, uno de los pueblos abandonados más fascinante de nuestra geografía. En nuestro camino primero seguimos al GR 36, para más tarde disfrutar de pequeños senderos por medio de bosques de alcornoques y pinos, subiendo hacia lomas que nos recompensaron con preciosas vistas de los valles de la Sierra de Espadán.
Cuando al final aparecen las ruinas de Jinquer delante de nuestros ojos empieza el viaje en el tiempo y retrocedemos varios siglos para imaginarnos el lugar creado por los árabes.
En una página de Turismo antes de partir habíamos leído que Jinquer (también llamado Xinquer) fue una “antigua alquería islámica cuyo nombre significa ‘cabaña’ o ‘granero’. Fue abandonada por los moriscos tras su expulsión en 1609 y ocupada por repobladores cristianos. El castillo perteneció a la casa de Jérica, fue conquistado tardíamente y formaba parte del Alcadiazgo de Eslida que comprendía los castillos de Eslida, Ahín, Sueras, Veo y Xinquer. Domina desde los riscos de un cerro el despoblado morisco del mismo nombre y el valle del río Veo. Se trata de un castillo roquero que conserva algunas de sus estructuras, como lienzos almenados y algunos de sus vanos”.
En su libro “Pobles abandonats”, Agustín Hernández cuenta que Jinquer en sus mejores momentos llegó a tener un centenar de habitantes y cerca de 30 casas. De eso hace exactamente un siglo, fue en el año 1913. El idilio no duró mucho más. Unos 20 años más tarde fue abandonado definitivamente durante la Guerra Civil. No sin dejar muchas huellas de las luchas por un país en libertad. Alrededor del pueblo fantasma aún hoy en día se pueden ver numerosas trincheras y cuevas naturales que servían como cobijo.
Hoy Jinquer fascina por sus casas en ruinas, conquistadas por hiedras, vides, árboles frutales silvestres y un sinfín de arbustillos. Los restos de la pequeña iglesia aún conservan el altar y el hueco que en su día alojó a la imagen de una santa.
Todo un mundo perdido que hace perder el sentido del tiempo. Una experiencia especial.
Este fin de semana agricultores y aficionados a la vida de campo no se quedarán en casa, tienen una cita en el pueblo turolense Cedrillas. Ahí se celebrará la Feria Agrícola, Ganadera e Industrial que por 121ª vez reúne a todos aquellos que les gusten los animales, la vida rural y el sabor de viejas ferias con su ambiente entretenido y festivo. Aquí las atracciones tienen cuatro patas, alas, crestas, morros o picos: Es el ganado ovino, bovino, avícola, equino y asnal, que también es el protagonista de las subastas, concursos y conferencias. El programa invita a exhibiciones de perros pastores, al concurso de la Raza Rasa Aragonesa o a la conferencia-tertulia sobre el estado actual de la gallina serrana de Teruel.
Pero habrá mucho más. Por ejemplo degustaciones de productos típicos, una tradicional caldereta y un sinfín de puestos donde comprar aceite, queso, jamón, tocino, azafrán… Y cómo no, un mercadillo gigante por las calles de Cedrillas, donde ofrecen desde cascabeles, vestidos, garrotes pasando por turrones y cocas hasta encurtidos y zapatos. ¿A que apetece?
Grandes, brillantes, irresistibles. Estos días los higos parecen pedir nuevas recetas, invitan a probar nuevas mermeladas, pasteles, ensaladas. Nosotros hemos decidido darles una envoltura de pasta y el resultado son unos dulces muffins con un toque de ron. Una receta simple, rápida y – después de un paseo de cosecha por el campo – casi gratis ;-).
Los ingredientes: 225 g harina 2 cucharaditas de levadura 160 g de azúcar moreno 285 ml de bebida fermentada de suero de leche (o como sustituto una mezcla de yogur y leche) 85 g de mantequilla 1 huevo 300 g de higo unas gotas de aroma de ron
Primero hay que derretir la mantequilla y dejar que se enfríe. Mientras se mezclan la harina, la levadura y el azúcar. Cuando la mantequilla esté fría, mezclarla con la bebida de suero de leche y el huevo. Verterlo sobre la harina y mezclarlo. Añadir los higos cortados en trocitos y unas gotas de aroma de ron. Rellenar los moldes de muffins y dejar unos 25 minutos en el horno precalentado a 180 grados. Antes de servir espolvorear con un azúcar glasé.
Os invitamos a un viaje en el tiempo que nos lleva a la Jérica musulmana, a Sariqa o Sharíqua y de vuelta a Jérica. Un poco de historia que también se reaviva cada vez que uno de nuestros huéspedes nos pregunta sobre nuestra casa rural: “¿Y el nombre? Por qué Sharíqua?”
Así que retrocedamos a los inicios del siglo IX, al momento de la probable llegada de los árabes a tierras jericanas y el paulatino levantamiento de lo que hoy en día conocemos como los restos del castillo, murallas y estrechas callejuelas, las así llamadas atzucats. Será en el siglo X cuando Jérica ya presuma de un imponente castillo y al igual que otras importantes ciudades como Dénia, Sagunto o Segorbe es uno de los reinos de Taifa perteneciente a la Cora de Valencia, también conocida como Cora de Balansya.
En Jérica empieza la época de poderosas familias como los Banu Yamlul o la tribu medinesa de Hazradj, la época de la introducción de nuevas acequias y de molinos, pero también de palabras “arabismos” que perduran hasta hoy en día como “alcagüetear” (cotillear), “almácera” (almazara), “carchofa” (alcachofa), “baldao” (cansado), “tamboriná” (batacazo) o “quicavero” (almez). Lo más llamativo sin embargo fue la construcción de una gran fortificación conocida como gal`a al-asraf o “Castillo de los Nobles”.
Es en los siglos X y XI cuando se habla de dos grandes distritos musulmanes en la zona: el Suhurb (Segorbe) y Sariqa o Shariqua – denominación que da origen al nombre actual de Jérica. Y no sólo al pueblo. Unos mil años más tarde también servirá como nombre para una casa rural. Nuestra casa rural.
Y mientras expertos discuten sobre la posible traducción de Sariqa o Shariqua, dudan entre “subida”, “cuesta” o “empresa”, nosotros preferimos quedarnos con una sugerente y poética traducción de un compatriota árabe que nos dijo que dependiendo de ortografía, acentos y pronunciación también podría significar: “Donde nace el sol”. ¿Qué mejor nombre para un lugar que quiere saludar a sus huéspedes con días felices, días de sol?
(Fuentes: “Jérica; Una historia germinada” de Francisco José Guerrero Carot y Josep Lluís Doménech Zornoza; “El Habla de Jérica” de Josep Lluís Doménech Zornoza)
Buscan refugio en un capullo, aterrizan sobre una diminuta ramita, descansan a la sombra de un hoja, se ponen las botas de néctar y trabajan en el campo sin parar y sin esperar grandes recompensas. Y sobre todo, nos sorprenden con sus filigranas formas, sus colores y sus habilidades. Son “nuestros bichos”, los insectos – y algún que otro mamífero – que han elegido nuestra finca para pasárselo bien. ¿Nombres? Ni idea. Y tenemos excusa: Con millones y millones de especies descritas y no descritas uno puede permitirse alguna que otra laguna en el conocimiento.
A la vista está que alojamos a saltamontes, grillos y mariposas múltiples, a libélulas, moscas y mosquitos, a cigarras, escarabajos, mariquitas, abejas y avispas… y un sinfín de hormigas.
Lo que más sorprende: Representando más del 90 por ciento de formas de vida en todo el planeta … que poco se les ve y con que silencio se mueven.