O’ otoño

Son los aromas a tierra y leña húmeda, los colores entre ocres, dorados y pálidos verdes, las luces misteriosas y tenues, el aire limpio y los sonidos nítidos que lo hacen tan especial: El otoño es sin duda una de las estaciones más encantadoras y variopintas del año, el momento cuando la despedida del verano ya parece lejos y el invierno se está abriendo paso sin compasión.

Pero antes de que lleguen los días más cortos del año y con ellos las ganas de pasar largas horas al lado de la estufa, antes hay que aprovechar el “momento colorín colorado” y disfrutar del espectáculo. De los extraterrestres colores de los caquis, de las hojas doradas de chopos, arces y granados, los frutos silvestres con su rojo brillante y la tierra vistiéndose con una alfombra de hojas, piñas, musgos, nueces y castañas.  ¿Y si todo eso además se reflejara en el agua convirtiendo su superficie en un baile de colores como si de magia se tratara?

Pues todo eso y más lo encontramos durante nuestro último paseo por tierras de Teresa. En concreto, por el PR-CV 80 que nada más saliendo del pueblo se dirige a Ventas de Bejís y para ello elige el mejor recorrido posible: siempre al lado del río Palancia, siempre acompañado por una gran acequia que mezcla su sonido con el continuo burbujeo del arroyo. ¿Su puede pedir algo más para disfrutar y relajarse?

Quizás. Por ejemplo, topar con una culebra bebé tomando el sol en mitad del camino. O escuchar el canto de los muchos y distintos pájaros que han elegido ese bello paraje como hogar. Y ¿qué tal con sentirse aventurero por momentos y cruzar uno de los puentecitos colgantes sobre el río?

Poco antes de llegar al destino, la senda prepara otra sorpresa. Gana altura, ofrece espléndidas vistas del valle y de pronto abre el telón para un panorama de lo más bello: A nuestros pies Ventas de Bejís y en lo alto Bejís con la imponente Peñaescabia al fondo.