En busca de “Junielos”

Este año debido a un invierno tardío y una primavera más que fresca los seteros hemos vivido momentos bastante peculiares. Por ejemplo, hemos ido en busca de “Junielos”, más conocidos como Marzuelos y como indica su nombre propios de los meses de febrero y sobre todo marzo. Pero con un mayo fresquito y unas lluvias abundantes, este año Hygrophorus marzuolus decidió asomarse hasta en junio.

Asomarse, eso sí es un decir porque si el marzuelo tiene una habilidad es la de camuflarse a la perfección. Y puede que pasen horas sin haber visto ni una de estas setas con pinta ancestral, pero puede que en compensación se haya ganado experiencia en la búsqueda de huellas.

Huellas dejadas por una abundante fauna -jabalíes, vacas, conejos, ciervos…- que abona el paisaje con excrementos que con su color negro grisáceo se prestan alegremente a ser confundidos…

Pasamos a descubrimientos más gratificantes. Qué placer pasear por sus bosques de pinos y hayedos a primerísima hora de la mañana, ver brillar el rocío en los prados, contemplar las flores recién abiertas y disfrutar del aroma a tierra mojada.

Rastreando los densos bosques, el sonido de las hojas bajo de los pies y el canto de los pájaros son los únicos acompañantes del setero.

Al marzuelo-junielo hay que buscarlo en zonas altas, y por eso nos desplazamos a la vecina zona de Teruel. Este año debido a su tardío aparecer, el marzuelo ya hacía compañía al igualmente muy apreciado Boletus pinicola. Y menudo ejemplar encontramos…

Y después de un día en el monte, con un buen almuerzo en el estómago y aire fresco en los pulmones al regresar a casa, tan sólo quedaba la placentera faena de separar la cosecha según tipo de seta, limpiarlas bien y conservarlas debidamente.

Y sí, claro que no todas han acabado en la nevera. Desde luego ha caído un buen revuelto que sabía a poco. Hmmmmmmmmmmm.

Cocina cítrica

¿Cuál es el resultado de una despensa llena de frutos cítricos y unos días nublados con mucha lluvia? La respuesta: Un frigo lleno de Lemon y Orange Curd. ¡Hmmmmmmmm! Y antes de eso, una cocina oliendo la mar de bien a limones y naranjas.

Quien haya probado esa crema una vez entiende perfectamente la adición que sufren ingleses y americanos -los artífices de tal manjar- por ella. Huele que alimenta, entra a cucharaditas aunque lo suyo es servirla acompañando tostadas y scones. Los adictos la usan para rellenar tortas y muffins, enriquecer un yogur o como topping de una ensalada de fruta. En fin: Una crema que no sólo despierta la vena golosa, sino también la fantasía.

Y lo mejor: Está hecha en un plis plas.

Los ingredientes para 2 frascos:
150 g de mantequilla
500 g de azúcar
6 limones (o 4-5 naranjas)
6 huevos
cáscara de limón (o naranja) rallada en caso de disponer de fruta ecológica

Tanto para hacer Lemon Curd como Orange Curd el proceso es el mismo. A continuación vamos a preparar la variante lemon:

Se exprime 300 ml de zumo de limón. Se derrite la mantequilla y una vez líquida se añade el azúcar y el zumo de limón (y en caso de disponer de ello, la cáscara rallada) y se calienta a fuego suave hasta que el azúcar se haya diluido.

Se baten los 6 huevos ligeramente y a continuación se añade a la crema pasándolos por un colador. Hay que mover continuamente y la crema no debe llegar a hervir en ningún caso. Después de unos 10-15 minutos debe empezar a espesarse notablemente. Es el momento de verterla en botes bien esterilizados.

Como contiene huevos y mantequilla hay que guardarla en el frigorífico y tampoco aguantará más de unas dos semanas. La solución para no pegarse un atracón a la primera: Se puede congelar en pequeñas raciones y tenerla siempre a mano cuando entra el “mono” lemon curd…