Cita saludable

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Por 15ª vez en Viver se celebra un evento especialmente saludable: Este fin de semana la Feria del Aceite invita a conocer el oro líquido del Alto Palancia, a degustar platos elaborados con el aceite virgen extra de la localidad, interesarse por los efectos positivos de este alimento y sorprenderse de la multitud de formas cómo emplearlo. Es una feria entretenida, familiar y en un ambiente especial con telón de fondo el bonito parque La Floresta.

A lo largo de los dos días de feria se podrán visitar los puestos con productos a base de aceite, con alimentos regionales y artilugios acorde al evento como una máquina para hacer ajoaceite, morteros, mazas… La “máquina milagro” sin embargo no le podrá hacer competencia a Vicente Monleón, el maestro (extraoficial) del ajoaceite del Alto Palancia. Como todos los años será el encargado de elaborar litros y litros de esa salsa legendaria que luego se ofrecerá en crujientes rebanadas de pan al público.

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También habrá música – el sábado, 31 de mayo, “Noche de Rondas”, el domingo “Sevillanas” -, una demostración de cocina (con aceite de oliva ;-)), una visita guiada al pueblo y a la cooperativa, un concurso de lanzamiento de hueso de oliva… En resumen: Pequeños eventos que invitan a acercarse, conocer el pueblo, tomarse una tapa y pasárselo bien.

PD: Para todos aquellos que dudan en aprovisionarse del buen aceite de nuestra zona, no nos podemos resistir en abusar de la “Wikipedia” que habla de la variedad de aceituna de la que disfruta el Alto Palancia: “La serrana, variedad del Alto Palancia y del Alto Mijares en las estribaciones de la Sierra de Espadán en el interior de la provincia de Castellón da uno de los mejores aceites extra vírgenes españoles actualmente premiados en certámenes internacionales, y nacionales, su color es dorado verdoso, con un gran cuerpo, y sabor muy afrutado.”

De vez en cuando un “copia y pega” da un gusto…

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Fruto de la fantasía

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Ya está en marcha una maravillosa transformación que convierte una delicada y preciosa flor en uno de los frutos más resistentes de la tierra: la granada, originaria de Asia y hoy presente en toda la zona mediterránea. Sus flores tipo campana y de un rojo intenso no tardan mucho en descubrirse y dejar claro en qué se quieren convertir. Cuando empiezan a formar el fruto, su aparente fragilidad se transforma en una piel curtida que sirve como perfecta armadura para su delicado interior: pequeñas semillas o granos de color púrpura con una finísima piel y un sabroso, jugoso y refrescante interior.

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La granada se hace dura de pelar y muchas manchas acérrimas en paredes de cocina, en blusas y blusones dan cuenta de ello. Para arrebatarle sus granos no sólo conviene protegerse, sino también armarse de paciencia. Se dice que una granada cuenta con 613 semillas – tantas como leyes tiene el viejo testamento. Y no es la única leyenda que se ha hilado alrededor de esta fantástica fruta. Así se contaba que Hipócrates recomendó el jugo contra la fiebre, mientras los babilonios creían que bastaba con masticar los granos para convertirse en invencibles en cualquier batalla. Los viejos egipcios no sólo enterraron sus muertos acompañados de granadas, sino también conocían las cualidades gustativas del fruto y lo convirtieron en un seductor vino con sabor a frambuesa.

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Hasta hoy día, a la granada se le atribuyen múltiples efectos saludables y un enorme potencial como antioxidante. Demostrado científicamente hay muy poco – pero si desde hace siglos y milenios se cree en el poder de un alimento no puede ser puro fruto de la fantasía, ¿o sí? Así que habrá que seguir de cerca esa maravillosa transformación para en otoño hacerse con unas cuantas granadas y disfrutar de sus semillas, su jugo o simplemente de su belleza. ¿Lo mejor? Para ello en el Alto Palancia no habrá ni que acudir a la frutería, hay muchos, muchísimos árboles y arbustos abandonados que sin embargo no se resignan a seguir sacando flores y frutos. Pero ojo: También hay muchísima competencia a la hora de la cosecha, desde minúsculos insectos hasta grandes abejorros…