Días especiales…

… días de lluvia son bien escasos a finales de la primavera, pero pillamos uno de ellos y no nos arrepentimos en absoluto haber cogido las botas, ignorando las “oscuras” previsiones meteorológicas y echando a andar. Elegimos una caminata en una de nuestras zonas preferidas: los alcornocales de la Sierra de Espadán entre Almedíjar y Aín y en concreto el mágico Barranco de la Mosquera.

Durante los primeros pasos por este precioso barranco el sol aún se abría camino, pero poco a poco las nubes se agrupaban cada vez más, cambiando sus colores grisáceos a tonos más oscuros. Ya al inicio de la caminata y gracias a un cartel, interesados en la historia del valle se pueden informar sobre la explotación del alcornoque, las funciones de sus gruesos corchos y sobre la Casa de la Mosquera donde antiguamente se trabajaba la difícilmente cosechada piel del alcornoque.

Y justamente ese árbol en días de lluvia es un acompañante muy especial. Cuando se mojan, sus troncos recién pelados lucen un sinfín de tonalidades desde gris pasando por anaranjadas hasta rojizas y berenjenas.  Todo un monumento de belleza y fuerza. Pero el Barranco de la Mosquera no sólo obsequia con imponentes ejemplares de alcornoque, la flora se caracteriza además por carrascas, pinos, pequeños bosques de helechos, jaras y brezos.

Ganando altura nuestro camino se desvía hacia el Collado de Peñas Blancas. Y se abren otras panorámicas con el Monte Carrascal en frente y el Mediterráneo al fondo. La tierra y las rocas rojizas se prestan como fondo ideal para que reluzca la flora colorida… amarillo, lila, blanco, azul…

Llegados arriba se divisa Almedíjar en el otro valle y se abren varias posibilidades de seguir la marcha: hacia el pico La Bellota, en dirección al Cerro Gordo o -nuestra elección- bajando de vuelta a la Mosquera por el Barranco de la Falaguera.

Adentrándonos de nuevo en el mundo mágico de los alcornoques ya caen las primeras gotas y pronto el bosque está brillando de alegría. Llueve sin parar, las piedras con sus variopintos líquenes y las cortezas de los árboles relucen, las hojas secas en el camino bailan al ritmo de las gotas que caen. Síííííí, vale la pena salir a caminar cuando anuncian lluvias…