Si no te sientes atraído/a por el fruto de la zarzamora y no compartes este enaMORAmiento, casi mejor no nos hagas visitas blogueras en los siguientes días: Es que hemos entrado en el “momento mora” y ya no hay quien nos pare. Tenemos recogidos ya varios kilos en la finca y alrededores y preparadas un montón de recetas para poder con esa avalancha: mermeladas, muffins, zumos, sorbetes… Esperamos que os gusten.
Pero antes queremos presentar nuestro descubrimiento de este verano: el árbol-mora que no sólo demuestra que la zarzamora es una intrépida trepadora sino que además está dispuesta a compartir su belleza. En un rincón perdido del monte de San Antón -parecido a lo que debe haber sido la cuna de la Bella Durmiente-, una mora ha emprendido el camino hacia el cielo, ya ha llegado a unos 6 metros de altura y desde luego se ha convertido en un fruto inalcanzable. Y mira que son gordas…
Para coronar estas alturas se ha servido de una vieja higuera, medio seca y sin fruto ninguno y que ahora a la vejez puede presumir de apoyar a los jóvenes que quieren llegar muy alto… ¡Qué simbiosis más perfecta!